martes, 5 de marzo de 2013

Las hojas de té, el mate y la bombilla

Y me tomaste la mano y me hablabas. No recuerdo absolutamente nada de esa conversación. Qué trayecto más corto. Debimos haber regresado a pie. Que tímido y qué exagerada -y tristemente- respetuoso encuentro. Debiste comerme la boca cuando reía. Me mirabas y me perdía en tus ojos pardos. Qué bienestar el calor de tu cuerpo. Tu pierna y la mía. Tu mano, y tus caricias. Qué tragedia, que descenso vehicular más inoportuno. Y me abrazaste y me hablabas. Te quejabas de tus padres y yo a todo asentía. Caminamos lento y la cuadra se nos hizo corta. Me aferré a tu espalda para no soltarme más y 50 pasos más allá soltaste mi cintura. Que bonito recuerdo, tu sonrisa y la mía. ¿Ríes siempre así?